Un grupo de investigadores estadounidenses se aventuró en la exploración del funcionamiento del cerebro humano y dio una paso adelante hacia el sueño, o tal vez pesadilla, de leer el pensamiento.
Los científicos en cuestión se dicen capaces de identificar las imagénes que han visto las personas usando las señales emitidas por el cerebro, según las conclusiones de sus estudios publicados este miércoles por la revista británica Nature en su edición en internet.
Para lograrlo, recurrieron a las imágenes logradas por el sistema de resonancia magnética funcional (IRMf), usado para explorar y entender el funcionamiento del cerebro humano. El IRMf permite medir las variaciones de flujo sanguíneo y detectar las zonas del cerebro que entran en actividad a la hora de realizar algunas tareas como por ejemplo hacer un cálculo, tocar algo, sentir ruido o forzar la vista.
Concretamente, el equipo de Jack Gallant de la Universidad de California, en Estados Unidos, se interesó en la corteza visual, la parte del cerebro que reconstituye las imágenes enviadas por los ojos. Dos voluntarios, miembros del equipo, se prestaron al experimento.
"No se trata de leer el pensamiento o los sueños ni de reconstruir la imagen que se ha visto, algo que nadie puede hacer por ahora", advirtieron los expertos.
Antes de pasar a la práctica, el equipo había preparado un modelo matemático a partir de diferencias de presión sanguínea detectadas en tres áreas de la corteza visual.
En total, 1.750 imágenes, como árboles, flores o edificios, fueron presentadas a los voluntarios y su actividad cerebral se grabó mientras las contemplaban.
Posteriormente, el programa calculó, a partir de un nuevo juego de 120 imágenes, qué perfil de señales debería generarse en la corteza visual.
Los dos voluntarios miraron después las 120 imágenes bajo control del IRMf. Finalmente, un ordenador hizo los cálculos entre la actividad cerebral registrada y la imagen observada en ese momento y comparó.
Con un voluntario el éxito fue del 92% y con el otro del 72%.
En un segundo momento, el juego de imágenes pasó de 120 a 1.000 y el porcentaje de éxito bajó en un 10%.
Si el número se elevara a 1.000 millones de imágenes, el programa de ordenador identificaría una imagen en el 20% de los casos, según Gallant.
La introducción artificial de imágenes o de películas en el cerebro humano es todavía ciencia ficción. Sin embargo y según los investigadores, esta técnica desarrollada por el equipo podría servir de ayuda a la hora de diagnosticar ataques cerebrales o demencias, evaluar los efectos terapéuticos de un medicamento o construir, en el futuro, programas que vinculen el cerebro a una máquina y permitan por ejemplo a un tetrapléjico dirigir un instrumento como un brazo artificial.
"La tecnología actual para descifrar la actividad cerebral es relativamente primitiva", admite el investigador, que considera sin embargo "posible" que cree "serios problemas éticos y de respeto a la vida privada dentro de 30 ó 50 años".
Para lograrlo, recurrieron a las imágenes logradas por el sistema de resonancia magnética funcional (IRMf), usado para explorar y entender el funcionamiento del cerebro humano. El IRMf permite medir las variaciones de flujo sanguíneo y detectar las zonas del cerebro que entran en actividad a la hora de realizar algunas tareas como por ejemplo hacer un cálculo, tocar algo, sentir ruido o forzar la vista.
Concretamente, el equipo de Jack Gallant de la Universidad de California, en Estados Unidos, se interesó en la corteza visual, la parte del cerebro que reconstituye las imágenes enviadas por los ojos. Dos voluntarios, miembros del equipo, se prestaron al experimento.
"No se trata de leer el pensamiento o los sueños ni de reconstruir la imagen que se ha visto, algo que nadie puede hacer por ahora", advirtieron los expertos.
Antes de pasar a la práctica, el equipo había preparado un modelo matemático a partir de diferencias de presión sanguínea detectadas en tres áreas de la corteza visual.
En total, 1.750 imágenes, como árboles, flores o edificios, fueron presentadas a los voluntarios y su actividad cerebral se grabó mientras las contemplaban.
Posteriormente, el programa calculó, a partir de un nuevo juego de 120 imágenes, qué perfil de señales debería generarse en la corteza visual.
Los dos voluntarios miraron después las 120 imágenes bajo control del IRMf. Finalmente, un ordenador hizo los cálculos entre la actividad cerebral registrada y la imagen observada en ese momento y comparó.
Con un voluntario el éxito fue del 92% y con el otro del 72%.
En un segundo momento, el juego de imágenes pasó de 120 a 1.000 y el porcentaje de éxito bajó en un 10%.
Si el número se elevara a 1.000 millones de imágenes, el programa de ordenador identificaría una imagen en el 20% de los casos, según Gallant.
La introducción artificial de imágenes o de películas en el cerebro humano es todavía ciencia ficción. Sin embargo y según los investigadores, esta técnica desarrollada por el equipo podría servir de ayuda a la hora de diagnosticar ataques cerebrales o demencias, evaluar los efectos terapéuticos de un medicamento o construir, en el futuro, programas que vinculen el cerebro a una máquina y permitan por ejemplo a un tetrapléjico dirigir un instrumento como un brazo artificial.
"La tecnología actual para descifrar la actividad cerebral es relativamente primitiva", admite el investigador, que considera sin embargo "posible" que cree "serios problemas éticos y de respeto a la vida privada dentro de 30 ó 50 años".
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