Los científicos creen que han localizado la parte del cerebro en la que se forma el instinto paternal de cuidar y alimentar a un niño, según un estudio publicado hoy.
El descubrimiento ayuda a responder a la pregunta evolutiva sobre por qué la gente mira a los bebés de una forma especial, y podría ayudar a los médicos a identificar mejor a los enfermos potenciales de depresión posparto, según indicó en la revista 'PLoS One' un equipo de científicos de la Universidad de Oxford.
"Esto es importante porque tiene que haber una razón por la que cuidamos de nuestros hijos en general para asegurarnos de que nuestra especie sobrevive --indicó Morten Kringelbach, un neurólogo que codirigió el estudio--. Esta es una idea que se remonta a Darwin".
Kringelbach y su colega Alan Stein mostraron cómo una zona del cerebro llamada el córtex orbitofrontal medio se ilumina ante el rostro de los niños, pero no de los adultos.
Los científicos creen que esta zona, situada justo encima de los ojos y conectada a la importante región con la que reconocemos las caras, es clave para controlar las emociones, según explicó Kringelbach.
Para alcanzar esa conclusión, utilizaron escáneres para medir la actividad cerebral en voluntarios a los que se les pedía pulsar un botón cuando una cruz en una pantalla situada frente a ellos cambiara de color. Entre tanto, se les presentaban en la pantalla los rostros de niños y adultos desconocidos.
No había reacción ante las caras adultas, pero las imágenes de niños provocaron un alto nivel de actividad en el cerebro en un segundo, una señal instintiva que podría decirnos que los bebés son especiales, según los investigadores. La respuesta parental era similar entre hombres y mujeres voluntarios en el estudio que no tenían hijos, demostrando que la reacción es innata, añadió.
Según Kringelbach, los hallazgos podrían ayudar a los médicos a identificar al 15 por ciento de las mujeres y el tres por ciento de los hombres del mundo desarrollado que sufren depresión posparto, una enfermedad que puede hacer que los nuevos padres ignoren a sus bebés.
"Esto es importante porque tiene que haber una razón por la que cuidamos de nuestros hijos en general para asegurarnos de que nuestra especie sobrevive --indicó Morten Kringelbach, un neurólogo que codirigió el estudio--. Esta es una idea que se remonta a Darwin".
Kringelbach y su colega Alan Stein mostraron cómo una zona del cerebro llamada el córtex orbitofrontal medio se ilumina ante el rostro de los niños, pero no de los adultos.
Los científicos creen que esta zona, situada justo encima de los ojos y conectada a la importante región con la que reconocemos las caras, es clave para controlar las emociones, según explicó Kringelbach.
Para alcanzar esa conclusión, utilizaron escáneres para medir la actividad cerebral en voluntarios a los que se les pedía pulsar un botón cuando una cruz en una pantalla situada frente a ellos cambiara de color. Entre tanto, se les presentaban en la pantalla los rostros de niños y adultos desconocidos.
No había reacción ante las caras adultas, pero las imágenes de niños provocaron un alto nivel de actividad en el cerebro en un segundo, una señal instintiva que podría decirnos que los bebés son especiales, según los investigadores. La respuesta parental era similar entre hombres y mujeres voluntarios en el estudio que no tenían hijos, demostrando que la reacción es innata, añadió.
Según Kringelbach, los hallazgos podrían ayudar a los médicos a identificar al 15 por ciento de las mujeres y el tres por ciento de los hombres del mundo desarrollado que sufren depresión posparto, una enfermedad que puede hacer que los nuevos padres ignoren a sus bebés.
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